viernes, 30 de septiembre de 2011

DESCUBRIENDO EL ARTE/ Antonio Caballero


Antonio Caballero
6Toros6, No. 889

Es estos días publicó un periódico colombiano una fotografía de anti taurinos en acción en la que…. No. Primero voy a hacer unas breves consideraciones sobre el antitaurinismo.

El rasgo característico de los anti taurinos es su ceguera al arte. No me refiero al arte del toreo: de eso hablaré después. Sino al arte en general. Su ceguera, su sordera, como quieran llamarla: su incapacidad para comprender lo que están viendo, lo que están oyendo, lo que están pasando. Tienen ojos, y no ven, como dice la Escritura. (Pero tampoco leen lo escrito; no quieren saber).

Sin embargo, a su propio pesar, están aprendiendo. Y paradójicamente es su propio antitaurinismo el que les sirve de guía. Así hemos visto como últimamente se les han venido abriendo las meninges a los misterios de la poesía y de la música. Rudimentariamente, es verdad, al menos por ahora. Su contacto con la poesía se reduce a la repetición obsesiva de unos pocos pareados disparejos de prosa rimada en consonante, del estilo de

“¡Los toros no son cultura!
¡Los toros son tortura!”,

entonados sobre un ritmo monótono acentuado en la penúltima sílaba (… ¡uúúúra!...uúúúra!), que les sirve, suponen ellos, de acompañamiento musical. A veces dan unos brinquitos: es su aproximación a la danza. Los antitaurinos son muy primitivos. Lo cual, me apresuro a aclarar, no es un defecto: es un estadio temprano y todavía tosco de desarrollo espiritual, que puede evolucionar con el paso del tiempo. Faltan, claro, siglos, tal vez milenios, para que sus elementales versitos pareados se conviertan en hexámetros griegos o en octavas reales castellanas, para que descubran la rima asonante o el verso libre. Pero ahí van progresando. Y a sus primarios cantos corales les falta todavía pasar por la etapa del orfeón para llegar a la ópera, y sus brinquitos simiescos no llegan todavía ni a nivel de la polka. Pero por algo se empieza. Y con esto vuelvo a la fotografía de prensa que mencioné al principio.

Muestra una instalación, hecha de cuerpos humanos semidesnudos, tirados sobre el pavimento de una plaza en Cali, ciudad taurina. Es una manifestación contra las corridas conformada por unas cuantas docenas de militantes anti taurinos. Unos están pintarrajeados de rojo, otros de negro: a los anti taurinos les encanta semidesnudarse y embadurnarse de colores para llamar la atención: en ellos alumbra ya también un embrión de arte dramático. Entros todos representan la imagen de un toro con el morrillo ensangrentado (los de rojo) y negro el resto de pitones a rabo.
A estos antitaurinos se les nota que no han visto en su vida un toro bravo. El que pintan con sus cuerpos en el piso es una ofensa a la especie más bella del reino animal. Es un toro imposible, a la agalgado, sin barriga, y acochinado: redondeado de lomos como un cochino cebado. Carece de papada, como una gacela, y en cambio lleva al cuello los cuerpos colgantes de dos antitaurinos que semejan una especie de esquila de buey. Tiene muy poca cara, y el pitón izquierdo está partido por la cepa. Y mientras las patas traseras terminan en cascos achatados y redondos de equino, tampoco las manos tienen verdaderas pezuñas de bovino, sino pinzas como las de un cangrejo. Se ve una gran confusión por el lado de los cuartos traseros: patas, rabo, algo que puede ser un pene recurvado y largo. Pero testículos no hay. Y una de las cosas más notorias de un toro bravo son los testículos, pesados y bamboleantes como badajos de campana. En resumen: es un toro mal hecho.

Lo cual no es de sorprender. Es un toro imaginario, imaginado por antitaurinos de acuerdo con descripciones fragmentarias y fantasiosas de terceros. Como el famoso elefante indio descrito por unos ciegos únicamente mediante el tacto: el uno le palpó un colmillo, el otro le columpió la trompa, el otro le tiró el rabo, y los cuatro murieron aplastados por las patas que estaba empezando a reconocer el cuarto. O como el dromedario, del cual se dice que es un caballo diseñado por un comité. Los anitaurinos critican de oídas, porque no van a los toros, No saben cómo son.
Pero que no se fíen mucho de su propia ignorancia, como los cuatro ciegos del elefante.

Porque se empieza queriendo pintar al toro, y se termina tratando de torearlo.
Pero es largo el camino entre lo uno y lo otro, desde el balbuceo pictórico hasta el arte del toreo. Los antitaurinos van ya por la cueva de Altamira-aunque sin la perfección soberana de trazo que tienen aquellos bisontes rojos y negros. Les faltan treinta mil años para llegar a una media verónica de Morante de la Puebla.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Desde el barrio: Quito no pide consejos

Por: Paco Aguado | Opinión
Martes, 20 de Septiembre del 2011 - Madrid, España

La reacción primera, la más visceral, el arrebato más cargado de orgullo es el de no ir. No ir a Quito. Que no vayan los toreros, que no vaya la gente a los tendidos, que no vayamos los periodistas a testimoniar mansamente la afrenta del gobierno de Correa para con la fiesta de los toros en la capital del Ecuador.

Son muchas, y notables, las voces airadas que se han alzado en España llamando a la rebelión, al boicot. Voces indignadas, incluso ácidas, de gente que conoce, o no, lo que fue y es Iñaquito en feria, en esos días señalados, deslumbrantes de luz y alegría, de amabilidad y farra, cuando la ciudad entera vibra por y para las corridas de toros.

Son todas voces de visitantes ocasionales, de turistas y viajeros que, todos con mucho afecto y agradecidos al excelente trato recibido, paradójicamente se cargan de razones para dejar solos a los taurinos de la mitad del mundo cuando más nos necesitan.

Pero el problema de los toros sin muerte en Quito tiene más lecturas que el arrebato a distancia oceánica. Y da que pensar que ninguna de esas voces airadas haya salido desde el epicentro del problema, donde las tajantes opiniones de los foráneos, supuestamente bienintencionadas, han caído como un decepcionante jarro de agua fría. A tenor de lo que los afectados han escrito después en la red, parece que los ecuatorianos esperaban más de nosotros que un pataleo desde el otro lado de la barrera.

En realidad, quieren apoyo y no consejos de rancia dignidad. Porque, conociendo como conocen la desastrosa manera en que, sin ir más lejos, hemos gestionado aquí asuntos tan similares como el de la prohibición de los toros en Cataluña, nuestras opiniones ya no les sirven de referente.

Su crisis, su problema, aun siendo de todos, por ahora es sólo suyo, porque lo sufren en sus corazones. Y son ellos, los quiteños, los aficionados y los taurinos ecuatorianos, quienes mejor lo conocen, quienes lo están viviendo y sufriendo en el largo desierto de los días sin toros, de esas otras cincuenta y una semanas sin visitantes ni prosopopeya. Porque, al arrastre del último toro de cada feria, son ellos los que se quedan, los que mantienen viva una llama que ahora les quieren apagar.

Sin que nadie les escuche entre el ruido de sables, nos están pidiendo ayuda no para rebelarse sino para resistir. Saben en América, por sufrida experiencia, que los gobiernos pasan, como el cóndor, y que el pueblo se queda. Que las leyes cambian y fluctúan a capricho de los gobernantes ocasionales, pero la esencia y las costumbres permanecen. Y que hay que aguantar hasta que lleguen tiempos mejores. Con paciencia pero sin resignación.

Una feria del Gran Poder sin corridas de toros, o con los tendidos vacíos, sería un precedente nefasto, una victoria casi definitiva del antitaurinismo, que habría cumplido así con su ansiado y principal objetivo. Y es evidente que prefieren perder una batalla, sin que un año muera el toro, a que el toreo muera para siempre.

Porque por encima del negocio puntual de la empresa, por encima de la venta de una camada de toros y por encima de las figuras del presente –esas que, por otra parte y a buen dinero, no ponen reparos a envainar el acero ante utreros afeitados y sin picar en Portugal— están el pasado y el futuro taurino de todo un pueblo. El futuro de tantos toreros, ganaderos y aficionados que a estas alturas de la lucha son más conscientes de lo que pueden perder y padecer que los que solo vamos allí a ganar y disfrutar.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Comentario...

Comentario publicado en el post anterior por algún usuario de este blog, pero que se reproduce por su relevancia dentro del debate actual.


En los últimos días se ha generado una fuerte polémica, respecto a la realización de la Feria de Quito del presente año, así como en cuanto a la posible participación de varias figuras españolas en la misma. Lastimosamente, el debate se ha concentrado en tratar de justificar si se es más o menos taurino, por acudir a la Feria de este año, en vez de analizar el problema de fondo, y sobre todo, de desentrañar qué acciones realmente se deberían efectuar por todos los taurinos en aras a recuperar la integridad total de las corridas de toros en Quito, por lo que he creído conveniente esbozar las siguientes puntualizaciones: Lo sucedido en Quito, no es más que el resultado de una animadversión política pasajera del Ejecutivo de turno, secundada por la incapacidad del Municipio de Quito (en especial de su Comité Taurino) de saber defender una tradición cultural que en la capital del Ecuador tiene más de 400 años de historia ininterrumpida. Pero como toda decisión política ilegítima amigos, su duración en el tiempo no será eterna, pues con el paso del tiempo ya llegarán otras autoridades, cuyo respeto por la libertad y el derecho nos permitan revertir el actual escenario. Respecto al purismo taurino exacerbado, manifestado en varios artículos publicados en los distintos blogs, portales web, revistas especializadas; y, por el cual, el aceptar que se de la Feria de Quito de este año sin muerte, significaría en su errado concepto "vivir de rodillas" aceptando la imposición política ilegítima "sin vaselina", creo que sería importante que quienes sustentan dicha tendencia, nos expliquen y justifiquen de qué forma o manera, su tesis contraria, es decir, que no se de la Feria este año, ni que vengan a Quito ninguna figura, podría ayudarnos a los Quiteños en la práctica, para que la afición recupere la corrida de toros en toda su integridad. Más allá del purismo, no he leído hasta el día de hoy una sola justificación que me aclare como dicha postura sería la más adecuada a seguir en los delicados momentos que estamos atravesando. Más allá de simplemente sugerir que en Quito no acatemos la imposición política por una cuestión de “dignidad”, la realidad del futuro escenario bajo dicha premisa se traduciría en que los Quiteños simplemente nos quedaríamos sin feria y sin toros, hasta quien sabe cuándo. Si en Quito no se da la feria este año bajo una reacción de supuesta "dignidad", lo más probable es que los antitaurinos y el propio gobierno contrario a la fiesta, canten su más gloriosa victoria en contra de los toros en el mundo, vendiendo a Quito como la nueva capital de la evolución, del respeto a la naturaleza, del amor a los animales, del progreso de las fiestas fundacionales sin violencia, etc. (si yo fuera antitaurino así lo haría). Es decir, el no dar la feria probablemente sería el mejor escaparate para que los contrarios al espectáculo taurino se jacten de que en Quito, sin toros en diciembre, no solo que no pasaría nada, sino que además, se vanaglorien de un supuesto progreso moral de la ciudad, lo que dificultaría aún mucho más, el recuperar la integridad de la corrida a futuro cuando la realidad política cambie a nuestro favor. En Cuenca, una pequeña ciudad del Ecuador, hace un par de años atrás se suprimió justamente la muerte del toro en la ordenanza que regulaba los espectáculos taurinos, y los taurinos decidimos no asistir nunca más a una corrida en dicha ciudad. Saben desde entonces cuantas corridas de toros se han celebrado? CERO!!!!. Pero lo más triste aún, saben quién ha luchado para recuperar las corridas integras en Cuenca desde entonces? Nadie. Saben que ha pasado en Cuenca desde que no se da la Feria taurina? NADA!!. La táctica de la "dignidad" del puritanismo taurino, en la práctica no ha servido para nada, peor aún, para que Cuenca recupere el espectáculo en toda su integridad. Lastimosamente, en Quito, es muy probable que suceda exactamente lo mismo.

No olvidemos que ante la batalla más importante que hemos tenido que enfrentar los taurinos Quiteños con la ilegal consulta popular, el rato de los ratos, cuando las papas quemaban, los que salimos a defender la Fiesta nos podíamos contar con los dedos de las manos. Díganme si miento acaso? Si en la batalla más grande jamás librada fuimos 20, cuantos seremos los que luchemos por recuperar la muerte del toro cuando las corridas desaparezcan por una cuestión de dignidad y purismo taurino?. Si se acaban las corridas en Quito señores por hacernos los dignos, se acabará con la tradición, se acabará con la necesidad de mantener la fiesta de los toros viva, se acabará con el germen que mantiene vivo este espectáculo, y créanme ustedes, ni el Juli, ni Morante, ni Manzanares, ni Aznar, ni Bocanegra, ni el Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida serán precisamente los que vengan a pelear por la afición Quiteña, para que podamos recuperar la corrida de toros en toda su integridad, o acaso estuvieron a nuestro lado en la última pelea?. De hecho les recuerdo, cuando se hizo el festival de la libertad para defender a los toros en Quito antes de la Consulta Popular, los que "sí" vinieron a torear desinteresadamente, fueron precisamente el Fandi y Castella, matadores a quienes hoy se quiere crucificar por haber aceptado venir a Quito este año. Nos hubiera encantado tener en ese festival a las figuras que hoy se rasgan las vestiduras bajo el pretexto del puritanismo taurino. Donde estaban las “dignas” figuras que ahora se oponen a venir a Quito cuando realmente las necesitábamos?, y que sin embargo, no olvidemos, no tuvieron reparo alguno en firmar con Don Bull en su momento, más allá de que hayan llegado o no a torear en las Vegas posteriormente, o no tienen tampoco reparo en torear por unos euros en Portugal, sin ni siquiera suerte de picar?

Debemos preguntarnos así mismo, que espacio tendría la afición Quiteña para protestar públicamente, para reclamar a su Alcalde, a su Presidente y a todas sus autoridades por el burdo atropello de sus derechos, si no en la propia plaza de toros como su escenario fundamental. Personalmente considero que no se es más o menos taurino por asistir a la feria de este año. Muchísimos jóvenes que sin compensación o interés particular alguno se pasaron día y noche en el Tribunal Electoral contando voto por voto, defendiendo la fiesta brava, han demostrado que su verdadera afición y amor por los toros, va muchísimo más allá de cualquier coloquio, o premio de cóctel. Creo de igual forma, que este año más que nunca debe darse la feria, y entre más figuras vengan mejor, pues la Feria de Quito del 2011 debe ser el caldo de cultivo de la inconformidad, de la protesta, del rechazo, de la futura revolución social que reclame la reivindicación de nuestros derechos, que durante 9 días seguidos, 150.000 aficionados les recordemos a grito limpio y al oído a nuestras autoridades, lo que realmente se merecen oír por su incapacidad y desvergüenza. Las figuras que vengan además, deben servir para que los taurinos organicemos una serie de actos reivindicativos, bien estudiados y preparados, para que su voz de protesta y rechazo se haga igualmente llegar al poder de la forma más contundente posible. Respetando los valiosos criterios que se han vertido en los últimos días, creo que la cuestión de venir o no venir a Quito este año, no es una cuestión de respetar o no a la profesión por parte de los toreros o los empresarios, si no es una cuestión más bien que debe ser pensada por todo el conglomerado taurino mundial, a efectos de diseñar una estrategia conjunta y de largo aliento, que permita por un lado mantener viva la afición Quiteña, por otro luchar por la recuperación de la muerte del toro como parte de la integridad del espectáculo; y, lo que es más importante aún, ir consolidando un blindaje jurídico internacional, que permita a la afición de todos los países taurinos gozar de esta cultura que tanto nos apasiona, sin estar siempre salvando a última hora esta clase de contratiempos. Amigos taurinos, en el caso de Quito no dejemos que el árbol nos nuble la visión de todo el bosque. Dejemos que se la estrategia y la inteligencia las que guíen nuestros actos futuros, más allá del dolor inmenso que todos sentimos al haberse mutilado la fiesta por una simple decisión política a todas luces tonta e ilegítima. Termino señalando, que me hubiese encantado ver a los miembros del Circulo de la Dinastía Bienvenida, así como a muchos de los toreros y periodistas que han condenado la realización de la Feria de Quito de este año, hace unos meses atrás, marchando en las calles de Quito, pintando grafitis a la madrugada en defensa de la fiesta, poniendo camisetas taurinas a todas la estatuas de la ciudad, defendiendo la corrida de toros en todos los medios de comunicación a capa y espada, con plata y persona, encadenándose junto a los toreros Quiteños en la Plaza Grande, etc., pues esa sí, hubiese sido una muestra de verdadera afición y respeto por la tauromaquia.

Carta abierta de Álvaro Samper

Quito, mediados de septiembre del 2011

CARTA ABIERTA, A QUIEN CORRESPONDA:

Hoy, con todo cuanto está sucediendo en mi país, no sé qué sentir. Una fuerza política descomunal ha incitado a la prohibición de la muerte del toro bravo en la plaza de mi ciudad. Uno de los actos más nobles y verdaderos que hay en la última época se ve mutilado por presión de unos pocos que nos gobiernan.

Las emociones y pensamientos se ven entremezcladas con tanto que pasa por mi cabeza y corazón. ¿Dónde queda la pureza de la Fiesta? ¿Cómo lo va a vivir el público? ¿Dónde queda la borla de Matador de Toros que he recibido? ¿Qué va a pasar los siguientes años? ¿El dar la Feria es un triunfo, o una pantomima de la corrida de toros como dicen algunos?

Es normal que cada uno trate de tirar agua hacia su propio molino. Es una característica del ser humano. Es por eso que me pongo en los zapatos de los críticos taurinos europeos, de las figuras del toreo, de los empresarios de mi tierra, del público, y veo que cada uno de estos actores tiene su punto de razón en las medidas que han tomado.

Para algunos periodistas taurinos dar una feria de la importancia de Quito sin el colofón final de la estocada es como dar una corrida “circense”. Comparto la idea señores periodistas, pero no del todo. Ustedes tienen la obligación de defender la integridad de la Fiesta porque sí tienen voz y se les escucha. Los toreros tenemos que hablar con capote, muleta y espada, cuando toreamos… Y a veces no se nos atiende como deberían.

Las figuras del toreo lo son por algo especial. Y dicen los antiguos que lo que tienen en común las figuras de siempre es que ninguno ha sido tonto. Este grupo de toreros se ha ganado su puesto a capa, espada y a sangre. Es por esto que tienen que defenderlo de la misma manera. Entiendo la posición de aquellos que deciden defender la pureza de la Fiesta, pero agradezco sinceramente a los que han optado por echar un capote a Quito aceptando venir.

Los empresarios se ven entre la espada y la pared. Tienen varios frentes en contra suya y en parte injustos. El primer poder del Estado se ha mostrado abiertamente en contra de la tauromaquia. La presión del actual presidente hoy en día en Ecuador no solo incomoda, sino que produce miedo. A los ecuatorianos nos da miedo decir alguna cosa en contra del primer mandatario. Se sabe que te fichan y que te puede afectar de una u otra manera. En este sentido la empresa de Quito ha tomado el liderazgo de la defensa de la Fiesta en la capital.

Siempre el que está en el ojo del huracán va a ser admirado y criticado al mismo tiempo. Aficionados de siempre han devuelto sus abonos y han decidido no ir este año o ninguno a Quito mientras no se mate al toro en la arena. El aficionado tiene la total libertad de decidir si ir o no. Y en el peor de los casos viajará a las ciudades andinas que hayan votado mayoritariamente por el NO en la consulta popular de mayo. Habrá otros aficionados que sí van a ir. Y muy seguramente sentirán un vacío el momento de ver a cada toro devuelto a los corrales. Y es muy probable que (especialmente este año) haya gente nueva que no iba porque les producía pena la muerte del toro.

La Fiesta no podría existir sin el elemento básico, el toro. Pero hay otro elemento fundamental que es el hombre que expone su físico delante de las astas de un toro para realizar su sueño. Señores, para ser torero en Ecuador hay que tener una dosis descabellada de afición y dedicación. En España pateas una piedra y salen cinco toreros. Acá en la mitad del mundo tenemos que soñar con llegar a su tierra para dejarnos la piel en el intento. Y tenemos que lidiar con la suerte, con el injusto mundo de la otorgación de visas, con encontrar un padrino, con que te inviten al campo, con acertar a que alguien te enseñe el oficio, con lograr que te pongan las empresas, seguido por un etcétera grandísimo.

A los toreros ecuatorianos nos han callado la voz, y desde hace mucho tiempo se nos ha tratado con faltas de respeto y consideración. En la mitad del mundo hay excelentes profesionales taurinos en todos los ámbitos. Existen machos picadores, graciosos banderilleros, matadores valientes y artistas, románticos mozos de espadas, talentosos sastres de toreros, y locos aficionados prácticos.

Es momento que el mundo taurino se ponga en los zapatos de los aficionados, toreros, empresarios, ganaderos, y todos quienes vivimos del toro en el Ecuador. La corriente anti-taurina es una fuerza global que se está haciendo cada día más cotidiana. La realidad de quienes vivimos del toro y para él, es muy diferente a la europea. Si se suprimen los toros en alguna provincia o localidad en Europa, tienen la posibilidad de ir al pueblo de al lado para ver una corrida con grandes carteles. Acá todos tenemos que esperar un año para ver a las primeras figuras del toreo actuar. De enero a noviembre soñamos en faenas venideras y pasadas. Discutimos sobre la anterior Feria, y especulamos sobre la que vendrá. Soñamos despiertos con que llegue ese primer clarinazo para vivir intensamente nueve días irrepetibles.

Los profesionales vivimos del toro en el Ecuador, pero como exponía en párrafos anteriores, hay que estar casi loco para ser torero en este país. Nosotros soñamos en pegarle un natural a un toro en alguna de sus plazas de primera categoría. La Fiesta de los Toros para nosotros es una razón de despertarnos día a día. Mientras ustedes allá al otro lado del charco tienen la enorme suerte de vivir día a día este tan pasional legado. Hay agresores que argumentan que los toreros ecuatorianos tenemos otras fuentes de trabajo, y que somos toreros por “hobby’. Pues no, aparte de que muchos sí vivimos exclusivamente de nuestra poca actividad taurina, no concebimos un Ecuador sin un toro bravo y todos sentimos esta pasión correr por nuestras venas. Es nuestra razón de ser.

Termino por agradecer el interés que han puesto en Quito todos los estamentos de la Fiesta alrededor del mundo. Agradezco enormemente a los profesionales que se han puesto en nuestros zapatos y se van a quemar las pestañas por defender nuestros intereses. Agradezco a los aficionados que tienen programado ir a los toros en Quito, porque sin ellos nuestra pasión no tendría eco. Agradezco a todos los toreros ecuatorianos, porque somos un vivo reflejo del amor por el toro. Agradezco a los ganaderos por criar el monumento a la belleza, el toro.

Alvaro Samper Campuzano.

Matador de Toros

Los toros y la disyuntiva

Revista Vanguardia
http://www.revistavanguardia.com

Esteban Ortiz

Como es de conocimiento público, en la consulta popular realizada en mayo pasado se planteó una pregunta relacionada con la prohibición de celebrar espectáculos que tengan por finalidad la muerte del animal. Esta pregunta sesgada, supuestamente tenía como fin último suprimir la muerte del toro en los espectáculos taurinos. Curiosamente, tuvo un resultado adverso para el gobierno en todos los cantones taurinos del país donde ganó abrumadoramente el no, a excepción de Quito y Cayambe.

Si hacemos un análisis más detallado del contenido de la pregunta, podríamos argumentar que el fin de las corridas no es la muerte del animal, como sostienen con toda razón los galleros para defender su actividad. El fin de las corridas de toros está relacionado con la técnica, el arte, la estética, la ética y la emoción. Por eso, ni las peleas de gallos ni las corridas de toros son un espectáculo que tienen como fin la muerte del animal. Nadie en sus cabales va a una plaza de toros a ver una matanza. ¡Para eso está el camal! Es así que el fin último de las corridas de toros está relacionado con un espectáculo cultural que provoca emoción cuando un hombre se enfrenta a una bestia y produce estética a través de sus movimientos.

El fin de la puesta en escena radica en crear ese colorido espectáculo que los aficionados van a ver. Inclusive, el toro tiene la posibilidad de vivir si ha sido sumamente bravo. Justamente, el indulto del toro nos demuestra que el fin del espectáculo no radica en la muerte del animal.

Sin embargo, la forma como se ha interpretado esta pregunta tiene un claro sesgo político que va más allá de cualquier razonamiento. Existen inconstitucionalidades básicas que son pisoteadas. Además, hay decisiones judiciales internacionales que niegan la posibilidad de que a través de consultas populares se decida sobre ciertos derechos constitucionales inherentes a la persona. Es decir, en una consulta no se puede decidir (menos preguntar), por ejemplo, sobre las creencias religiosas de todos, definir democráticamente la sexualidad de la población o imponer ciertos hábitos culturales que son propios de minorías.

En vista de las circunstancias que estamos atravesando, cuando una expresión artística y cultural se cuela en el debate político por incomprensibles intereses gubernamentales, es necesario advertir que la moral individual y el pensamiento único sólo nos llevan a la incomprensión y al odio. En un país multicultural cuya riqueza está en la diversidad de las minorías, no es correcto que se quiera imponer ciertos gustos, sean o no de mayoría, dividiendo en este caso puntual a una ciudad maravillosa.

Los Concejales capitalinos y el Alcalde Barrera, resolvieron mantenerse al margen de una decisión que afecta directamente a la ciudad y sus habitantes. Evidentemente, prefirieron mantener una posición tibia frente al tema y su discurso fue de “tolerancia” frente a los resultados. Eso generó que el Presidente de Plaza y su equipo renuncien a su cargo. Si la posición del Alcalde y los Concejales hubiera sido tolerante, jamás se hubiera permitido meter la mano en una actividad cultural ancestral arraigada en Quito, aunque minoritaria al fin y al cabo. Tolerancia también significa proteger una actividad cultural que practica una minoría y salir en defensa de tantos quiteños que votaron por el respeto y la libertad de elegir presenciar un espectáculo público.

En vista de los resultados, el Municipio ha decidido hacer reformas a la denominada “Ordenanza Taurina” para poder acoplar la interpretación política que se le da a la consulta con la nueva realidad local. Sin duda, hasta la información que nos ha llegado al momento de escribir estas letras, los cambios planteados afectan exclusivamente a la regulación sobre la muerte del animal, eliminándola y manteniendo el resto del espectáculo intacto. Sin embargo, se quedaron sin Autoridades de Plaza y habrá que ver cuál es la posición del Municipio frente a la inminencia de la Feria.

De todos modos, este tipo de decisiones nos permiten reencontrarnos con una nueva fiesta de los toros, buena o mala habrá que ver, que deberá hacernos recapacitar sobre el futuro de la misma. De momento, la Feria de Quito se celebra este año en diciembre con el apoyo de figuras del toreo que entienden el significado de esta lucha. Si ellos apoyan el hombro, nosotros debemos hacer lo mismo como quiteños, para poder seguir defendiendo un espectáculo de masas apasionante.

martes, 13 de septiembre de 2011

Quito y nuestra defensa de los toros/ Juan Sebastián Roldán

Quito, 12 de septiembre de 2011

Estimados Juan Lamarca, Javier Hurtado y Carlos Ruiz Villasuso:

Como Ustedes conocerán, trabajé para el Gobierno del Presidente Correa con un cargo ministerial hasta enero de este año.

En diciembre del anterior, el mismo Presidente anunció la posibilidad de incluir en la consulta popular, que luego se llevaría adelante en mayo del año en curso, una pregunta relacionada a la fiesta de los toros en Ecuador.

Desde entonces, y hasta enero, no solo por la pregunta de los toros, sino por la absurda consulta popular planteada – atentatoria a los fundamentos democráticos de nuestro país, a las libertades de nuestros ciudadanos y a la independencia de los poderes del Estado- intenté desmontar esta idea absurda desde dentro del Régimen. Ante la imposibilidad de que internamente se sensibilicen ante tamaño daño para el País, con el movimiento político al que pertenezco, Ruptura de los 25, decidimos salir del acuerdo político que teníamos con el Movimiento País- el partido político de Rafael Correa.

Desde enero hasta mayo, buscamos los aficionados ecuatorianos todas las maneras de persuadir a los ecuatorianos y particularmente a los quiteños a votar negativamente a la iniciativa oficial. Y cuando digo todas las maneras me refiero a intervenciones en medios de comunicación, publicidad pagada, marchas taurinas en contra de la pregunta, activaciones de todo tipo con aficionados, encadenamientos de los toreros de luces, además de festejos taurinos para unir al mundo del toro en contra de este embate político antitaurino.

En todas estas actividades hubo rostros del mundo del toro que por una vez se encontraron fuera de los ruedos o inmediaciones de una plaza de toros con la única causa de que no nos quiten nuestra razón de vivir.

Desde los toreros, que tuvieron un rol protagónico, desempolvando sus trajes de luces para sacarlos a las calles y demostrar desde su valor y pundonor por el daño que les y nos harían; pasando por los ganaderos, que se sumaron a cada actividad dejando su campo para tomarse la ciudad, en noches clandestinas de tomar las paredes por lienzos en los que lloraron su dolor; o los aficionados que sin intereses de ningún tipo se agruparon en torno a las redes sociales para recordarnos que son ellos nuestra razón de vivir, cuando emulando a los actores protagónicos de nuestra fiesta, se dejaron sus horas y días sin ánimo de ovación.

En mayo ganamos todas las plazas que buscamos, menos la más importante, Quito. Lo que inicialmente estaba visto como una barrida abrumadora en nuestra contra – imaginen ustedes como a una minoría cultural le pusieron a pelear con una mayoría ajena a nuestra realidad con todo el apoyo de la publicidad oficial y la popularidad del Presidente de la República; imaginen ustedes una consulta popular en su España natal y ni piensen en su resultado- terminó en una pírrica y triste derrota. En Quito nos ganaron 54% el SI a 46% el no.

No creo que puedan imaginarse el dolor que esto ha significado para todos los actores de la fiesta de los toros en Ecuador. Y casi me atrevo a afirmar que no lo podrían hacer, porque después de que Ustedes sentaron el primer precedente en España con la abolición de las corridas de toros en Barcelona – con ni siquiera la mitad de la pelea que nosotros dimos- países como el nuestro solo siguen una ola antitaurina muy fuerte.

Nosotros no peleamos por nuestra afición. Por aficiones iremos al fútbol, acaso al teatro o veremos películas con estrambóticos efectos especiales.

Nosotros nos hemos dejado la piel, por nuestra razón de vivir. Nosotros abandonamos nuestra realidad pensando en nuestros hijos y en los hijos que de ellos vendrán. Les aseguro que si Ustedes, que conocen bien esta fiesta en las horas alegres del Quito soleado y la plaza llena, no reconocerían a los taurinos que hoy cabizbajos intentamos re significar nuestras vidas.

Y lo vamos haciendo, estimados amigos. Vamos haciendo camino en discusiones internas necesarias que nos permiten reencontrarnos con nuestra nueva fiesta de los toros. Esa nueva fiesta de los toros en Quito, ya no podrá contar con la muerte como el colofón final de la obra de arte que nosotros y Ustedes tanto hemos amado.

Esas discusiones hoy giran en torno a la ordenanza taurina que regirá Quito. Una de las propuestas es la que Ustedes hacen referencia, en la que se elimina gran parte de lo que conocemos hoy tradicionalmente y la otra propone solamente eliminar lo concerniente a la muerte. Al final, la tesis que ganó en el Consejo Metropolitano es la de eliminar el tema de la muerte dejando intacto todo lo anterior. El Fallo del Comité Taurino del Municipio de Quito se dio ayer lunes 12 de septiembre.

Me permití escribir con algún detalle toda nuestra historia, porque por lo que reviso en los portales de Internet, en los blogs y en algunos escritos taurinos, me imagino que la visión que Ustedes, desde tan lejos tienen, está marcada por el miedo que esto se riegue al mundo. A nosotros, lo que se dio en Barcelona ya nos hirió, muy profundamente, y aquí seguimos dando la pelea. Intentando emular al animal que tanto respetamos.

Les escribo porque tanto como desde España debe parecer un absurdo una consulta popular, una discusión de ordenanza taurina o una fiesta de los toros sin muerte del animal en la plaza, para nosotros que somos los que sufrimos los embates de estos nuevos tiempos –nuevamente iniciados en su Barcelona de España- nos resulta asombroso y por supuesto nítidamente absurdo, que nuestros aliados naturales, nuestros amigos de tantos años, nos peguen otro puyazo a toro pasado.

Lo que leemos de Ustedes pasó de la sorpresa al absurdo.

Nosotros contamos con la fiesta de los toros en el mundo para reinventarnos –aún cuando defendimos como nadie, que no se reinvente nada- para lograr que a nuestros hijos,además de los placeres de los teatros, los estadios de fútbol y todos los ingredientes que esta vida descafeinada “newage” nos plantea, tengan en esta fiesta una alternativa maravillosa de un espectáculo profundo. Y para necesitamosel apoyo de miles de aficionados como Ustedes.

Nosotros no sabemos vivir sin toros. Nacimos con ellos y queremos morir viendo cada diciembre nuestra plaza llena. Para ello, que el mundo del toro se vuelque con nosotros es indispensable. Para ello que vengan las figuras del toreo es esencial. Y ellos, los que se juegan la vida nos dicen que sí – según entiendo, la enorme mayoría nos ha dicho que sí-, vienen a mojarse y mancharse con nosotros los quiteños que tantos alegrones les hemos dado. Ellos, los toreros, nuevamente se lanzan al ruedo a jugarse la vida, solo que esta vez el embate parecería no ser solo del toro.

Hoy, esas figuras del toreo que han decidido venir, son más figuras que nunca. Hoy demuestran que no cuentan con la palmada en la espalda para decidir jugarse por este Quito que se ha hecho de a poco un espacio en el mundo taurino. Y si Quito lo ha hecho es por la fuerza que le han impregnado los aficionados ecuatorianos, los toreros ecuatorianos, los ganaderos ecuatorianos, los empresarios ecuatorianos y nuestros hermanos españoles.

Debo comentarles que hay aficionados muy buenos, que por opción personal, después de este tan duro golpe, han decidido no volver a la Plaza de Toros. Nosotros, quienes hemos optado por empujar el carro y reinventarnos en esta nueva fiesta, los respetamos profundamente. Comprendemos su dolor y esperamos reencontrarnos en esta nuestra y su Plaza pronto. Pero que yo conozca, ninguno de ellos ha hecho una campaña pública para que nuestra Feria “Jesús del Gran Poder” se vea afectada.

Ojalá, en los lugares que ellos dejan vacíos, se sienten miles de nuevos aficionados que se ven a diario en los alrededores de la fiesta de los toros en el Ecuador. Ojalá en los que nosotros dejaremos, lleguen otros, y en el lugar de ellos otros. Hasta que mis hijos y nietos peleen para conseguir un lugar en esta Fiesta que nos engrandece.

Hace un par de años, cuando ya defendíamos la Fiesta de los Toros en otro de los embates antitaurinos, recuerdo las palabras de un Matador de Toros ecuatoriano que cuando explicaba a las autoridades del momento su relación con la Fiesta de los Toros les decía que él no vivía del mundo de los toros, que era al contrario, el mundo de los toros era su razón de vivir.

Yo, a Ustedes, los conocí en este lindo Quito de mi vida. En la misma plaza de toros que hoy intentamos evitar que se vacíe.

Estoy seguro, de que tanto como yo siento mis palabras al escribirles por “quiteñas” esta carta, Ustedes las sabrán entender en el contexto de nuestra realidad actual y en el trasfondo de ayuda real, en forma de toque sutil, que ella intenta plantear.

Con un sincero abrazo desde esta mitad del mundo que los espera cada diciembre,



Juan Sebastián Roldán



P.D: Por este medio les solicito con el propósito de que sus lectores conozcan la realidad que hemos vivido los ecuatorianos, brindarle a esta carta el mismo espacio que han tenido sus escritos criticando las distintas propuestas de renovación que hemos debido hacer a nuestra querida fiesta, para que en diciembre tengamos una nueva Feria “Jesús del Gran Poder”.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Carta remitida por Carlos Solines al Alcalde

Quito, 30 de Agosto de 2011


Señor Doctor
Augusto Barrera
Alcalde del Distrito Metropolitano de Quito y,
Señores Miembros del Comité Taurino
Presente

De nuestras consideraciones:

Ha llegado a nuestro conocimiento el proyecto de Ordenanza Taurina que reemplazaría a la vigente Ordenanza # 106, publicada en el Registro Oficial 231 del 12 de Diciembre del 2.003, y sus reformas posteriores.

Sobre este proyecto, a nombre de la Federación de Peñas Taurinas del Ecuador, me permito hacer las siguientes consideraciones:

1. El señor Presidente de la República, sin competencia para hacerlo, llamó a Consulta Popular para que los ciudadanos se pronuncien, dentro de cada una de sus jurisdicciones cantonales, si están o no de acuerdo con que se supriman los espectáculos públicos en los que se tenga como finalidad la muerte de los animales.

La consulta dio como resultado que muchos de los cantones del Ecuador se pronuncien mayoritariamente por el NO y otros, entre los que se encuentra el cantón Quito, por el SI.

2. En el país se halla vigente la “Ley de Espectáculos Taurinos y Ejercicio Profesional de Toreros Nacionales” publicada en el R.O. 664 de 5 de septiembre de 1.978, la que en su considerando establece: que es necesario dar una adecuada legislación a los espectáculos taurinos que se dan en la República; que la profesión de los toreros debe estar protegida por una ley que garantice sus derechos profesionales y que además coordine la acción de las municipalidades en el control de los espectáculos taurinos y en la aplicación de las Ordenanzas Taurinas Municipales.

Esta norma que protege a las corridas de toros como una actividad lícita, en su artículo 1 dispone que las autoridades municipales, de Policía y todas las que tengan que ver con el espectáculo taurino, así como empresarios y la Unión de Toreros del Ecuador, estén obligados a cumplir y hacer cumplir las disposiciones de la Ley.

Por las dos consideraciones anteriores, el Municipio de Quito no tiene facultad ni capacidad para dictar esta ordenanza por las siguientes razones jurídicas:

a) En derecho público solo se puede hacer lo que está permitido.- Art. 2 de la Ley de Espectáculos Taurinos dice que todos ellos serán regulados por las Comisiones Taurinas de los Concejos Municipales respectivos a través de las Ordenanzas Taurinas, las cuales deberán sujetares a las disposiciones de esta Ley.

b) El Municipio no puede delegar sus atribuciones y deberes que le da la Ley a un tercero. Con el proyecto se pretende delegar la responsabilidad de la organización y control de las corridas de toros y de la designación de autoridades de Plaza, a los promotores de los espectáculos.

c) El Municipio a través de una ordenanza no puede derogar ni modificar la Ley.- Las leyes solo se las puede reformar o derogar mediante otra ley de igual o superior jerarquía y a través del órgano competente, el Poder Legislativo. Los reglamentos, los decretos o las ordenanzas no tienen esa categoría.

No obstante lo señalado, el Municipio de Quito violó la Ley cuando reformó la Ordenanza 106, cambiando el nombre de la Comisión Taurina y su composición por el de Comité Taurino.

d) La Consulta Popular no faculta, a ningún Municipio, dejar sin efecto la Ley de Espectáculos Taurino.- La consulta solo sirvió para conocer el pronunciamiento de la ciudadanía, a favor o en contra, de la pregunta 8 referente a la muerte de los animales.

El Parlamento Nacional, recogiendo la voluntad popular, expresada en la consulta, es el único organismo competente para desarrollar la legislación que corresponda.

e) La Ley que se halla vigente, regula los espectáculos taurinos a la usanza española, que se realicen dentro del territorio ecuatoriano.- Ella trata, entre otros temas, de las categorías y los requisitos que deben cumplir las Plazas de Toros; la crianza y control del ganado de lidia; categoríza a los profesionales del toreo y establece los mecanismos de protección, tanto para los mencionados profesionales, cuanto para el público asistente a estos festejos.

Mientras esta Ley no sea legalmente reformada o sustituida, no se puede impedir la celebración de corridas de toros con la muerte del animal en ningún cantón del Ecuador. El hacerlo sería un atropello a la Ley y a los derechos de los aficionados.

Refiriéndonos específicamente al proyecto de Ordenanza Taurina propuesto por el actual Comité Taurino, debemos señalar con indignación que, de la manera más arbitraria, in jurídica y atropellando todo procedimiento, se pretende dejar sin efecto todas las conquistas que a lo largo de más de 50 años hemos conseguido los aficionados, a través de las ordenanzas taurinas. Conquistas que han estado orientadas a velar por el orden y la pureza del espectáculo, por la defensa de los derechos de los espectadores y la integridad de los toros.

El proyecto de ordenanza que resigna la facultad que tiene el Municipio y la Comisión Taurina de representar y defender a los aficionados y precautelar la integridad de los espectáculos taurinos, paradójicamente, en su considerando, al igual que en varios de sus artículos, reconoce a los espectáculos taurinos como una tradición cultural de los quiteños, como una actividad ancestral de nuestro pueblo y eje fundamental de las festividades patronales.

Declara además, que estos espectáculos se llevarán a efecto de conformidad con la Constitución, con la Ley y con las Ordenanzas Municipales y sin embargo pretende crear un espectáculo taurino diferente al que se ha venido realizando en Quito durante muchos años, con la protección y participación directa del Municipio...

Al respecto debo recordar al señor Alcalde y a los miembros del mal llamado Comité Taurino, que la Constitución defiende los espectáculos que se hallen permitidos por las leyes y los derechos de los ciudadanos a asistir a ellos.

La Ley de Espectáculos Taurinos, permite la celebración de corridas de toros a la usanza española, esto es, con los tres tercios: de varas, banderillas y muerte.

Por las consideraciones expuestas y a nombre de los aficionados taurinos, me permito solicitar al señor Alcalde y al Consejo Metropolitano de Quito, suspender el trámite de esta ilegal, in jurídica y anti técnica Ordenanza y permitir la celebración de las corridas de toros con sujeción a la Ley y a la Ordenanza vigente en el cantón Quito. De insistirse en este malhadado proyecto, en lugar de mejorar el espectáculo taurino esta ordenanza daría el puntillazo de muerte a la fiesta de los toros, que por más de 400 años ha sido una tradición cultural de los quiteños. Los aficionados recurriremos a todas las instancias legales para defenderla.

Atentamente.

Por: FEDERACION DE PEÑAS TAURINAS DEL ECUADOR.





Carlos Solines Coronel
Presidente

lunes, 5 de septiembre de 2011

Reformas taurinas

Gonzalo Ruiz Álvarez
El Comercio
http://www.elcomercio.com/gonzalo_ruiz/Reformas-taurinas_0_546545508.html

Los resultados de la consulta donde se mezclaron estratagemas para concentrar el poder y controlar la justicia, incluyeron la sui géneris pregunta para suprimir la muerte de animales en espectáculos públicos.

La medida claramente dirigida a afectar a las corridas de toros, una tradición arraigada de una fiesta ciertamente cruenta pero con orígenes culturales indiscutibles en 500 años de mestizaje, no logró, sin embargo, modificar la integridad del espectáculo. Ocurre que en más de 90 cantones ganó el No y en ellos se puede organizar corridas y estoquear reses como hasta hoy. El problema se centra en Quito, Distrito Metropolitano y en los cantones de Sangolquí y Cayambe, los tres únicos lugares con corridas de toros donde el Sí se impuso. Seguirá el espectáculo en su integridad en Ambato, Riobamba, Latacunga, Tanicuchí, Salcedo, Valencia, en la Amazonía y demás sitios donde se ha venido celebrando.

El Concejo Municipal de Quito ha discutido en primer debate un borrador de proyecto que es descabellado. Talvez por falta de conocimiento profundo del tema y seguramente con buena voluntad los aspectos que se intenta incluir en una reforma a la ordenanza no solo omiten los temas relativos a la muerte del animal en público, único aspecto a reformar en lo medular, si nos atenemos a la máxima de que en derecho público solamente se puede hacer aquello que está explícitamente escrito. Además contempla despropósitos de una desregulación desmedida de la fiesta condenando al espectáculo a convertirse en una parodia ridícula si no hay una meditación equilibrada y sensible. Se pretende entregar al promotor de espectáculos en Quito la potestad de formar las ternas para designar al Presidente de Plaza. Una réplica del juez y parte que tanto se ha criticado en otros ámbitos.

Es como si el día de mañana DonKing, el promotor de boxeo, pone al árbitro del combate, elige a dedo los 3 jueces y entrega el cetro de campeón mundial a quien él determine.

Otro tema preocupante es la omisión a las cualidades que el ganado bravo debe reunir para ser lidiado en un espectáculo tales como el peso, la edad, trapío y defensas intactas y la procedencia que no se deben cambiar. Es la manera de salvar parte de la tradición donde la muerte del toro no es la finalidad sino la culminación de la lidia tras crear arte.

No se entiende que en tiempos de intervención del Estado y los poderes públicos el Municipio quiera ir a contracorriente por una liberalización total. Lo justo es el equilibrio entre la regulación rígida y la liberalidad absurda.

Los concejales deben defender al público y defender a quien va a los toros, velar por la calidad del espectáculo y preservar los valores culturales. Ojalá prime la sensatez. Esto, mientras concluya la opereta de confite y discurso de la revolución ciudadana y las aguas vuelvan a su cauce.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Cambios preocupantes a Ordenza Taurina

http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/cambios-preocupantes-a-ordenanza-taurina-497993.html

viernes, 2 de septiembre de 2011

Carta abierta al Alcalde de Quito sobre el absurdo proyecto de Ordenanza Taurina

Quito, 1 de septiembre de 2011

Señor
Augusto Barrera
Alcalde
DM QUITO
Ciudad.-

Señor Alcalde:

Aunque no es necesario por la aplicación tácita de las normas de acuerdo a nuestra legislación, el Municipio de Quito se prepara para adecuar su normativa a los resultados de la consulta popular. Si bien, en el peor escenario únicamente se debería eliminar las referencias a la muerte del toro en cumplimiento con una interpretación del mandato popular, el Comité Taurino, presidido por Alonso Moreno, ha presentado una propuesta de reforma que contempla una serie de modificaciones que demuestran un desconocimiento total y absoluto de lo que representa el arte taurino, además de una serie de absurdos peligrosos que harían que la fiesta en el país se convierta en un espectáculo anárquico, sin controles y dejando al ciudadano quiteño en completa indefensión.

Algunas perlas indican que bajo el proyecto presentado, el promotor puede efectuar una feria de Quito con los peores carteles disponibles, sin que el aficionado tenga posibilidad alguna de reclamar. Existe el despropósito de eliminar algo tan elemental como los servicios médicos de una plaza de toros o cosas tan complejas como que el equipo de autoridad de plaza sea designado directamente por el promotor. Es como si en un partido de fútbol, el equipo local designa al árbitro. Es también inconcebible que sea el promotor el que determine la concesión de premios, pues importará poco lo que haga un determinado torero, si el promotor tiene claro a quién quiere premiar. Se elimina la posibilidad de revisar las astas sospechosas así como todo el capítulo referente a sustituciones de cartel.

Quizá lo más grave de todo es que se elimina en el proyecto todo el capítulo referente a la integridad del espectáculo; y, en especial, lo referente a la edad, peso y trapío de las reses. Ni siquiera se exige un número mínimo de ejemplares y de sobreros. Este proyecto es absolutamente preocupante ya que se eliminan los controles que estaban a cargo del Municipio que tenían como fin proteger al aficionado y al espectáculo.

El peor de los casos, señor Alcalde, deberían haber dos tipos de reformas: por un lado, únicamente modificar o eliminar el capítulo sobre el “Último Tercio de la Lidia”, del Código Municipal para el Distrito Metropolitano de Quito (Libro 3), cuyos artículos transcribo a continuación. Y agregar a la Ordenanza la regulación sobre circunstancias ajenas a la lidia, como cuando una res se lesiona y se inutiliza durante la lidia:

“Art. IV.301.- AUTORIZACION DEL PRESIDENTE DE PLAZA.- El espada, antes de comenzar la faena de muleta a su primera res, deberá solicitar, montera en mano, la autorización del Presidente de Plaza. Asimismo, deberá saludarle una vez que haya dado muerte a la última res que le corresponda en turno.

Art. IV.302.- PROHIBICIONES.- Se prohíbe a los lidiadores o a cualquier persona ajena a la lidia ahondar el estoque que la res tenga colocado, apuntillarla antes de que doble, o herirla de cualquier otro modo para acelerar su muerte. El espada de turno no podrá entrar nuevamente a matar en tanto no se extraiga de la res el estoque clavado.

Los lidiadores que incumplieren las prescripciones de este artículo serán sancionados como autores de una falta grave.

Art. IV.303.- DESCABELLO.- El espada podrá descabellar a la res únicamente después de haber entrado a matar. Para descabellar no hace falta que se extraiga el estoque de la res.

Art. IV.304.- PROHIBICION DE GIRAR AL TORO EN REDONDO.- Se prohíbe que los peones de la cuadrilla o el lidiador, hagan girar al toro en redondo, logrando que de vueltas en 360 grados cuando el estoque esté colocado en la res. Quien infrinja esta disposición será sancionado como autor de una falta leve.

Art. IV.305.- DE LOS AVISOS.- Tres minutos después del primer intento de matar, pero no más de diez minutos desde que se inició el último tercio, si la res no ha muerto, la Autoridad de Plaza dispondrá el primer aviso, dos minutos después, el segundo aviso, y dos minutos más tarde, el tercer y último aviso; en ese momento el espada y demás lidiadores se retirarán a la barrera para que la res sea devuelta a los corrales o apuntillada.

A su criterio el Presidente de Plaza podrá prolongar el tiempo de la lidia antes del primer aviso.

Art. IV.306.- DE LOS PREMIOS Y TROFEOS.- Los premios y trofeos para los espadas consistirán en saludo desde el tercio, vuelta al ruedo, concesión de una o dos orejas; y salida a hombros por la puerta grande. Se podrá, en casos excepcionales, como trofeo el rabo de la res, luego de que se hayan concedido las dos orejas.

Los premios y trofeos serán concedidos de la siguiente forma: los saludos y la vuelta al ruedo los realizará el espada, cuando el público mayoritariamente lo reclame con sus aplausos. La concesión de la primera oreja corresponderá al Presidente, a petición mayoritaria del público; la segunda oreja y el rabo de la res será de la exclusiva competencia del Presidente de Plaza, quien tendrá en cuenta las condiciones de la res, la buena dirección de la lidia en todos sus tercios, las suertes tanto en su ejecución como en su eficacia y colocación, realizadas con el capote como con la faena de muleta y fundamentalmente la estocada.

La salida a hombros por la puerta grande sólo se permitirá cuando, el espada haya obtenido el trofeo de dos orejas como mínimo, en el conjunto de su actuación y durante la lidia de las reses que le hayan correspondido en suerte”.

Para el segundo supuesto, se deberían incorporar normas como las que propongo:

“Si la res se inutilizare o tuviere algún impedimento físico, el matador de turno o en su defecto, un puntillero, podrá dar muerte al animal en el ruedo. Esta circunstancia excepcional deberá ser autorizada por el Presidente de Plaza, quien comprobará que este sea el último recurso disponible”

Las normas de la Ordenanza responden a una necesidad técnica, que por desconocimiento no se pueden suprimir. Responden a un desarrollo histórico contemplado en ordenamientos jurídicos de los distintos países taurinos, con normas similares a las nuestras. No se puede dejar en manos del “promotor” la suerte de un espectáculo que, por su naturaleza, requiere controles. Es como si se dejara en manos de los ratones la llave de la despensa donde se guarda el queso. Por eso se necesita una regulación expresa.

La consulta popular lo único que supuestamente modificó es la parte relacionada con la muerte del animal en público, no toda su escencia. Cambiar la Ordenanza significaría un error que implicaría un descalabro para la misma.

Este proyecto tampoco ha sido socializado, por lo que existe una preocupación muy grande entre los aficionados sobre el resultado del mismo y la falta de disución al respecto.

Le pido tomar en cuenta que el mundo taurino no es comparable con ningún espectáculo y requiere de un control por parte de la autoridad con el fin de evitar la picaresca que ha existido y que se regula mediante esta Ordenanza, en beneficio de todos los quiteños que acuden a una plaza de toros.

Atentamente,
El Albero Peña Taurina





Esteban Ortiz Mena
Presidente